Juan Luis Galán Olmedo se inició en el oficio de la escritura con la poesía (el autor considera que no muy afortunadamente) y tras unos primeros pasos en este estilo, dio el paso al relato corto donde se ha mantenido hasta el día de hoy.
Ha publicado durante años en el blog Utopía de sueños (http://www.utopiadesueños.com/); ya en los últimos meses publica una antología de relatos cortos que previamente pasaron por el blog bajo el título Utopía de sueños – Relatos (http://www.amazon.es/Utopía-de-sueños-ebook/dp/B009PL95GU). Ha participado en algunas antologías tras su participación en algún concurso y terminar siendo seleccionado.
En esta ocasión nos presenta uno de esos poemas escondidos en el fondo del cajón y que por primera vez en años ven la luz nuevamente en este recién estrenado 2013.
Nuestra opinión:
A pesar de no ser expertos en este estilo, quisimos hacer un espacio aquí en esta web para todos aquellos que llevan las rimas en la sangre. Pues bien: Estos versos de Juan Luis Galán Olmedo, @utopiadesuenyos en Twitter, nos parecen unos hermosos sonetos (¡Ay las Caballerías! ¡Qué románticas) y un buen regalo del autor para este fantástico día de Reyes.
A disfrutar de los versos.
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El Caballero Olmedo
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En una lejana tierra
de héroes patria ella,
nació un noble mochuelo,
con nombre de Caballero,
el Caballero de Olmedo.
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Cuan vida tuvo él
pues de nada faltó tener,
nunca llegó a poseer
el amor de la muchacha
que él veía querer.
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Y pensó el Caballero,
¿para qué oro, plata
y más quiero tener
si resulta que lo que gusta
jamás tener podré?
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Triste y acongojado,
Caballero adormilado;
no sabía que decirle,
no supo que contestarle
a la chica que creía,
la chica de su vida.
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Y a la madurez llegó él
y más seguir sin saber
como conseguir su atención,
se dispuso a la guerra;
¡ver para creer!
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En la guerra batalló,
mas no fue contra el rival
sino contra el corazón,
un corazón dolorido
sin la vista de su Sol.
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Y como vio aquel Olmedo
que la vida rota ya,
rota por la chica
que su corazón halló;
pensó que de la vida
digno no era ya,
clavo su afilada
de un golpe en el corazón.
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Ahora desde el cielo,
¡ay, Caballero Olmedo!,
tiempo de lamentos
¡truenos y tormentos!;
pues honor no tuviste
como los antiguos Caballeros,
de dolor pasar doliendo
la vida con tormento.
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Contaron los ancianos
que antes de morir
cogió una blanca rosa
que a su amada vio reír.
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Y juró el caballero
que su sangre alimentaría,
la vida de esa blanca rosa
que allí él logró encontrar.
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Y así, año tras año,
al año de la muerte
esa blanca roja es,
pues la sangre del Caballero,
que la vida dejó él;
por un día esa rosa
blanca deja de ser.